Abolicionismo o reglamentacionalismo: algunas razones entre Marx y Freud
Simón Royo
Sin ningún ánimo de molestar a las susceptibilidades reinantes en los temas de interés social, pero renuente al escondrijo en el refugio conceptual-filosófico de las discusiones académicas sobre cosas como la “Anfibología de los conceptos de reflexión”, donde nada molesta porque nada importa, rechazando la caída inversa en los tópicos repetitivos de cada moda discursiva. No voy a discutir ni mucho menos refutar lo ya dicho en estas páginas por personas muy estimables y harto razonadoras -salvo muy colateralmente- puesto que la intención de este artículo no será otra que, como reza el encabezamiento, contribuir a presentar, someramente, algunas cosas de las que dos importantes fuentes del materialismo clásico -nada menos que Marx y Freud- han discurrido sobre el tema que nos ocupa. De este modo creemos que se incidirá en que podamos contar con tales referentes a la hora de reflexionar nosotros, en la actualidad, sobre el asunto de una polémica que resurge y se oculta según bandazos mediáticos de forma nos evitemos descubrir el Mediterráneo o reproducir, una vez más, los mismos argumentos de siempre.
Ninguno de los que participamos en Rebelión estamos conformes con la sociedad capitalista en la que todo es considerado mercancía, valor de cambio, sin atender a lo cualitativo y sólo considerando lo cuantitativo, sin ninguna ética más que el beneficio y el interés económico. Además del dinero otros valores gobiernan nuestras vidas. Estaremos de acuerdo entonces al menos en lo indeseable de tal régimen de vida y discreparemos, en todo caso, en el modo en que pudiéramos manifestarnos en contra y arbitrar formas distintas de comportamiento y acción.
Ahora bien, si bien es cierto que nadie desearía para su hija que tuviera que venderse como mercancía o fuese vendida como esclava en la forma de fuerza de trabajo sexual; una moral hipócrita coexiste y se imbrica con el intercambio de valores de cambio. Por eso muchos padres de familia se esmeran en el cuidado de sus hijas adolescentes mientras consumen a jovencitas de su edad en el infame mercado que las oferta. El matrimonio de conveniencia fue un invento aristocrático que asumió la burguesía tras la Revolución francesa y por eso la sociedad burguesa es fundamentalmente hipócrita, está llena de actores -eso significa hipocrités en griego clásico- convencidos de que lo que realmente importa es el aparecer y no el ser.
Además, en el imaginario masculino yace la permisividad y complicidad en las ignominiosas acciones de componente sexual de los varones, de modo que al despedir a un soltero se le lleva a un prostíbulo antes de le pongan “esposa” o “conyuge” y quede atado o al adolescente que se quiere iniciar en el mundo de los viriles se le lleva a un lenocinio para que aprenda que la unión con otra persona no implica el que desees a esa persona sobre todas las demás. Por el contrario, en el imaginario femenino yace la moralidad opuesta, según la cual la virginidad se valora y cotiza, siendo excluyente del grupo de género un comportamiento promiscuo, pagado o no. En esas conductas no sólo pierden las mujeres sino también los hombres y es al menos discutible que quienes aceptan la doctrina de raigambre realitico-liberal según la cual: el amor es una ilusión romántica pasajera y hay que ser pragmáticos, sean sólo los varones.
Por otra parte, por introducir nuevos factores, la Rumanía de Ceaucescu no debía de ser tan horrible y dictatorial como nos narran los vencedores de la Historia cuando de ella - una vez liberada del dictador- nos están llegando los casos más extremos de miseria y cuando, junto a Tailandia o Suramérica, constituye ya hoy una de las principales fuentes de materia prima para nutrir a la ilustrada y humanista Europa de carne fresca de ambos sexos.
No tener en cuenta factores como los antecedentes es lo que lleva a combatir constantemente los efectos sin incidir en las causas de los problemas sociales. Quienes están en primera línea de fuego (profesores, asistentes sociales, médicos, enfermeros, voluntarios, etcétera) se indignarán de cualquier rasgo de comprensión ante el que denominan agresor, como ha sido el caso con la película de Iciar Bollain “Te doy mis ojos”, criticada por mostrar al agresor como también víctima y no sólo como verdugo.
Por eso un estudio sociológico-antropológico de los hábitos y modos de la sexualidad en Occidente también arrojaría luz sobre lo que está pasando. Pues así como cuando en una cultura del África subsahariana se distorsiona el camino de las mujeres hacia la recogida de agua -trayecto en el que se cruzaban con los hombres y establecían un lugar de contacto a través del cual encontrar pareja- porque Médicos Sin Fronteras les instalaba una Bomba de agua. Igualmente, en el supuesto Occidente de una supuesta liberación sexual que sólo se notó en España en las ridículas películas de Esteso y Pajares -en el llamado “destape- las culturas vienen siendo distorsionadas desde hace siglos; de modo que la discoteca quizás no sea el lugar más adecuado en el que encontrar pareja y no existan ya espacios de encuentro ni genérico ni intergeneracional.
Dadas tales condiciones y factores algo más que el voluntarista imperativo categórico en la forma de no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti es necesario para que no se enuncie el amor cristiano con grandes frases mientras, al mismo tiempo, se quema en la hoguera al hereje para salvarle del diablo. La labor sobre las conciencias individuales es importante, el establecimiento de una legalidad vigente también, más no son suficientes, ya que hay que laborar también en vistas a la modificación de las estructuras, siendo la económica fundamental. La conciencia no es un ente aislado de las estructuras y para mover una pieza del puzzle quizás haya que mover todo el mecanismo y pagar un alto precio por serle contrario. Casi nadie podrá trabajar en todos los frentes pero al menos no hay que considerar en el que se lucha como el único existente. Quienes laboran escribiendo en la modificación de las conciencias y la transformación de la sociedad realizan un importante papel, pero cada combatiente tiene su lugar y no es desde un único frente que se pueden cambiar las cosas.
El intelectual es ya un frente extenso y diverso, y dada la capacidad de las izquierdas de dividirse hasta el infinito -precio de razonar antes de obedecer- hay que acabar preguntándose si no será el debate “abolición vs. reglamentación” de la prostitución otro de los múltiples dilemas con los que la derecha cínica y pragmática -que no consume más que prostitución de lujo- se frota las manos.
El ideal ilustrado de la transformación de la sociedad a través de la educación ha entrado en crisis, como bien saben todos los dedicados a la enseñanza, la genética amenaza con que se hagan reales las predicciones del Dr.Mengele. Y aunque las mafias del proxenetismo -en las que ejerce un papel fundamental una mujer, la Madame- campen a sus anchas, no se puede legalizar la situación que gobierna una mafia, ya que la mafia no es legal. Se insiste sin embargo en prohibir el consumo que es un efecto y no en paliar las causas. En este caso consumidor y consumido son víctimas de un estado de cosas y si se persigue a alguno de los dos se yerra en el blanco y no se aprecian los trasfondos del problema, quedándose siempre bien lejos de poder arbitrar una solución.
Ante todo, como venimos diciendo, lo que hay que evitar es el reduccionismo, pues ni todo es económico, (ni todo es biología, ni todo es psicológico, ni todo son átomos, ni todo es cultural, ni todo es sexual). Freud insistió en ello:
“La fuerza del marxismo no estriba manifiestamente en su interpretación de la Historia ni en la predicción del porvenir que en ella funda, sino en la perspicacísima demostración de la influencia coercitiva que las circunstancias económicas de los hombres ejercen sobre sus disposiciones intelectuales, éticas y artísticas. Con ello se descubrió toda una serie de relaciones y dependencias totalmente ignoradas hasta entonces. Pero no se puede admitir que los motivos económicos sean los únicos que determinan la conducta de los hombres en la sociedad” (Sigmund Freud Nuevas Lecciones Introductorias al Psicoanálisis. Ensayo CLXVI (1932): Lección XXXV: El problema de la concepción del universo, nota 633).
Se podrá entonces y se deberá eliminar, abolir o prohibir la prostitución causada por la falta de una economía básica para la subsistencia y, sin embargo, la prostitución como libre disposición del propio cuerpo, sea patología o decisión, seguirá existiendo, así como el alcoholismo o la drogadicción. La idea es entonces que nadie esté obligado a prostituirse o, como dijera Rousseau antes que Marx, que nadie sea tan pobre como para tener que venderse ni nadie tan opulento como para comprar a otro ser humano, pero para eso es necesario el socialismo o la Renta Básica y lo demás son monsergas de Iglesia.
Cuando se criminaliza al cliente de la prostitución del Centro de una gran ciudad -por las continuas protestas de los comerciantes que se quejan de no vender- lo que se consigue es que se desplace a la periferia; cuando se criminaliza en un país se consigue que se desplace a otro. Y si en condiciones de pobreza las mujeres venden el propio cuerpo y los hombres trafican con drogas o se vuelven atracadores y asesinos a sueldo, no es porque los hombres sean dominadores y las mujeres dominadas, sino porque ya la Cultura y la Sociedad en que se vive, partiendo de los condicionantes biológicos, condicionan esas vanas formas de intentar de salir de la miseria económica hundiéndose en la miseria humana.
Freud marcará en lugares como el antecedentemente citado sus distancias respecto al reduccionismo economicista del marxismo y, sin embargo, también ha habido un reduccionismo en el psicoanálisis, alimentado a veces por el propio fundador. Por ejemplo, cuando se ha intentado explicar todo, incluso el reino completo del Arte y de la Belleza, mediante la sexualidad:
“La ciencia de la estética investiga las condiciones en las cuales las cosas se perciben como bellas, pero no ha logrado explicar la esencia y el origen de la belleza, y como de costumbre, su infructuosidad se oculta con un despliegue de palabras muy sonoras, pero pobres de sentido. Desgraciadamente, tampoco el psicoanálisis tiene mucho que decirnos sobre la belleza. Lo único seguro parece ser su derivación del terreno de las sensaciones sexuales” (Freud El Malestar en la Cultura (1930). Alianza editorial. Madrid 1970, p.27).
De este modo, trabajando sin reduccionismos, sin tomar nunca la parte por el todo, también habrá que considerar la existencia de lo inalienable y detectar dónde se encuentra, ya que, aunque la vocación capitalista sea convertirlo todo en mercancía, siempre habrá cosas que se sustraigan a semejante trato (1) y es desde éstas, no sólo desde la carencia sino también desde la plenitud, desde donde se podrán crear los mejores frentes de resistencia.
No obstante, respecto a lo alienable, Marx dejó escritas un buen número de páginas que conviene recordar aquí y que están en el fondo del problema tal y como se debate. Respecto a los dilemas sobre la prostitución, entonces, habremos de retrotraernos a la consideración que Marx tenía de la misma, y lo haremos tal y como la expuso en sus escritos de 1844 no publicados hasta 1935, que consideramos con no poca vigencia en la actualidad. En ellos, después de distinguir entre el comunismo grosero y el comunismo (democrático) propuesto por él mismo -más un comunismo platónico que un igualamiento de la condición proletaria a toda la sociedad-, tras desestimar también la doctrina del amor libre de los libertarios de su tiempo; se considerará a la prostitución de las mujeres como un caso particular dentro de la general compraventa de la fuerza de trabajo y por tanto, como algo estrechamente ligado al sistema capitalista:
“La prostitución es sólo una expresión especial de la general prostitución del trabajador, y como la prostitución es una relación en la que no sólo entra el prostituido, sino también el prostituyente -cuya ignominia es aún mayor-, también el capitalista entra en esta categoría” (Karl Marx Manuscritos de París. Tercer Manuscrito V; Nota de Marx b).
Estaríamos en el caso en que el cliente sería no sólo verdugo, sino también víctima, aunque su ignominia sea mayor, puesto que la relación de compraventa de los bienes humanos (y excepto para el puritanismo celibatario la práctica del sexo es tanto un bien como una necesidad) es una relación ignominiosa para ambas partes. Un capitalista, por mucho dinero que tenga, no deja de ser un pobre hombre.
La dialéctica del amo y el esclavo hegeliana, en la que hay un momento en el que el amo es esclavo del esclavo, opera en el caso de la prostitución capitalista de manera perfecta, ya que en el 80 % de los casos de prostitución en Occidente, quien domina es la meretriz o chapero al cliente y no viceversa. Así, la relación de la compraventa de los cuerpos alcanzaría a todo asalariado, cuerpos recluidos en una oficina, torcidos por las cargas de materiales de obra, rotos, estropeados por rutinas empobrecedoras y envilecedoras; llegándose en la prostitución sexual a convertir en valor de cambio el valor de uso de la sexualidad, que no habrá de ser exclusivamente la procreación (como afirma el estéril clero), sino el placer (Foucault), el deseo (Deleuze) o la más simple liberación de los instintos ante la represión (Freud) o descarga libidinal.
No sería por tanto la prostitución de las sacerdotisas griegas o romanas (prostitución ritual) en nada análoga a la de la épocalidad industrial, excepto por el nombre, y la abolición de la misma estaría ligada a la abolición del capitalismo, así como la reglamentación de la misma estaría ligada a la operación socialdemócrata que considera compatible Estado y Mercado. Volviendo a Marx, desde la perspectiva marxiana no puede considerarse más que como “trabajo” y bajo el capitalismo constituirse como mercado libre (liberales) o mercado semi-regulado (socialdemócratas):
“Los obreros fabriles en Francia llaman a la prostitución de sus hijas y esposas la enésima hora de trabajo, lo cual es literalmente cierto”
(Marx Manuscritos de París. Tercer Manuscrito XVII).
El “¡todos somos putas!” de Fabretti no es sólo por ser asalariados, sino también “literalmente” cierto para quienes no tengamos cuatro generaciones de abuelos y tatarabuelas que no perteneciesen a la clase obrera, esto es, que es muy probable que los que no somos Duques y Príncipes con linaje ancestral no obreril, hayamos tenido algún progenitor engendrado en esa undécima hora de trabajo de la bisabuela y descendamos, por tanto, de un hijo de puta. Al menos Marx así lo atestigua. Y a quien se escandalice, ruborice, indigne o enfade, a quien no le guste, que no la tome conmigo, pues no lo digo yo, sino que lo dice Marx.
Lo cierto es que la satisfacción sexual es una necesidad, como el comer y el beber, que puede satisfacerse con suculentas viandas gracias a los atractivos propios o con pan duro y rosas marchitas, encima pagando por ello. Lo cierto es que cualquier mujer que simplemente desee satisfacer sus necesidades sexuales no tiene más que ir a una discoteca y encontrará una decena de candidatos a elegir, mientras que un hombre ya puede recorrerse todas las discotecas de su ciudad que probablemente acabe volviendo a dos velas a su casa, con una buena cogorza, dedicándose al onanismo o contratando los favores de una meretriz. A la suculenta femina que realiza el baile de cortejo de apareamiento en el Centro de un garito nocturno se la acaba denominando “calienta-pollas” y a la docena de gañanes que responden a la llamada “babosos”. Y esto no es así porque la mujer valore la cualidad y el hombre la cantidad, ya que los homosexuales tienen frecuentemente muy fácil la satisfacción de sus necesidades fisiológicas en encuentros exclusivamente sexuales y de todos es conocida la proverbial promiscuidad de las lesbianas; sino porque las relaciones están distorsionadas y se amalgaman tendencias primatológicas (etología) e imaginarios de género (psicología; sociología) con un mundo regido por las transacciones económicas. También parece que la mujer otorga el alma o algo muy íntimo cuando llega a alquilar el uso de su vagina, pero muchas veces lo hacen por unos pantalones vaqueros de marca o unas medias, cuando no la venden de por vida y en exclusiva mediante el matrimonio de conveniencia; luego el alma, siendo discutible que se encuentre localizada en el bajo vientre, se suele vender por muy poco en el mundo capitalista. El criminalizado cliente de la prostitución quizás sea también una víctima, una especie de pobre en un sistema que amplia el campo de batalla liberal al terreno de la sexualidad -como argumenta Houellebecq- y no tanto un verdugo.
Las propias prostitutas en numerosas ocasiones se quieren considerar a sí mismas como trabajadoras sexuales, sólo piden ser incluidas en la seguridad social, ser dadas de alta para cotizar en vistas al cobro de una jubilación, tener acceso a sindicarse, reglamentar horarios, condiciones de trabajo, de higiene, de atención médico-sanitaria. No conciben la idea de excluirse la relación de compraventa en el mundo donde todo es susceptible de ser vendido y comprado en el Mercado. En tal dilema y con semejante y crudo realismo político, lo mejor que les podría pasar es que las hiciesen, en efecto, funcionarias, como parece indicar o así interpretamos que viene a decir en definitiva Carlo Fabretti (2), lo que les permitiría autoreducirse la jornada mediante el absentismo laboral y tener asegurados unos ingresos y una jubilación. Exactamente lo máximo a lo que aspira hoy la racista clase obrera de los países desarrollados, una vez transformada de proletaria a pequeño-burguesa, esto es, de clase con el único bien de la prole a clase con acceso al consumo conspicuo de productos de masas a costa de la más atroz explotación de los esclavizados habitantes del Tercer Mundo. No podemos decir, sin embargo, que el miserable obrero neonazi que le rompe la cabeza a un sin papeles porque piensa que el segundo amenaza su trabajo, sea al que hay que condenar y criminalizar; ya que también es una víctima, una que desplaza su ira hacia quienes son más débiles y vulnerables que ella, en lugar de enfrentarse a quien le tiene pisado por la cabeza. La dominación se extiende jerárquicamente como caen las piezas de dominó y no es fácil no reproducirla.
Otra solución contra la prostitución relacionada con una posición de menos realismo político que la reglamentarista sería la de los defensores del abolicionismo (3), pero para ello nos tendríamos que situar fuera del marco de la globalización capitalista, lejos de la ley de la oferta y la demanda. Además, si atendiésemos a que el asunto no involucra tan sólo a la Economía capitalista sino también a la Economía libidinal, descubriríamos que la mejor manera de abolir la explotación sexual no sería otra que conseguir que todo el mundo estuviese sexualmente satisfecho, ya que si se acaba la demanda -no tanto si se prohíbe- es que cesa la oferta. Una cosa que difícilmente se conseguirá preteriendo los modelos de relación lesbico-gays tan caros a la izquierda europea últimamente a los modelos de relación heterosexuales (4):
“Objeto sexual de los homosexuales. -La teoría del hermafroditismo psíquico supone que el objeto sexual de homosexual es el contrario al del heterosexual. El hombre sucumbiría, como la mujer, al encanto emanado de las cualidades físicas y espirituales masculinas, y, sintiéndose mujer, buscaría al hombre. Más aún cuando esto sea exacto para toda una serie de homosexuales, está, sin embargo, muy lejos de revelar un carácter general de la inversión. Es innegable que muchos homosexuales masculinos conservan los caracteres psíquicos de su sexo; no poseen sino muy pocos caracteres secundarios del otro sexo y buscan, en su objeto sexual, rasgos psíquicos propiamente femeninos. Si esto no fuera así, no se explicaría por qué la prostitución masculina que se ofrece a los homosexuales trata -hoy como en la antigüedad- de copiar a las mujeres en los vestidos, aspecto exterior y modales, sin que esta imitación parezca ofender al ideal de los homosexuales masculinos. En la Grecia antigua, donde hombres de una máxima virilidad aparecen entre los homosexuales, se ve claramente que no era el carácter masculino de los efebos, sino su proximidad física a la mujer, así como sus cualidades psíquicas femeninas -timidez, recato y necesidad de alguien que les sirva de maestro y apoyo-, lo que encendía el amor de los hombres. En cuanto el efebo se hacía hombre dejaba de ser objeto sexual para los individuos del mismo sexo y se convertía quizá, a su vez, en pederasta. El objeto sexual es, por tanto, en este caso, como en otros muchos, no el sexo igual, sino la reunión de los dos caracteres sexuales, la transacción entre dos deseos orientados hacia cada uno de los dos sexos, transacción en la que se conserva como condición la masculinidad del cuerpo (de los genitales) y que constituye, por decirlo así, el reflejo de la propia naturaleza bisexual” (Sigmund Freud Tres ensayos para una teoría sexual, 1905, I, A).
Según el fundador del psicoanálisis la prostitución masculina de su época era ya muy diferente de la tan conocida relación de pederastia y homosexualidad de la antigua Grecia y eso porque de algún modo que nos resulta aún desconocido la estructura económica de cada época se encuentra entrelazada e imbricada de múltiples modos con la estructura del psiquismo y de la ideología; así como con las estructuras de la biología y la sexualidad, conformando un todo irreductible a ninguna de sus partes que el sesentayochista freudomarxismo no supo desentrañar. En el cliente habitual de la prostitución hay unos desplazamientos de la libido que restan por analizar en toda su dimensión:
“El papel de conflicto y de la fijación anterior de la libido son en el segundo tipo mucho menos evidentes que en el primero, en el cual tales fijaciones inutilizables sólo pueden surgir a consecuencia de la frustración exterior. Un joven que ha venido satisfaciendo su libido por medio de fantasías, cuyo desenlace era la masturbación, y que quiere ahora permutar este régimen, cercano al autoerotismo, por la elección real de objeto. Una muchacha que ha ofrendado todo su cariño al padre o al hermano, y que al ser pretendida por un hombre deberá transformar en conscientes sus deseos libidinosos, hasta entonces incestuosos e inconscientes. Una mujer que quisiera renunciar a sus tendencias polígamas y a sus fantasías de prostitución para constituirse en fiel compañera de su marido y madre intachable de su hijo. Todos estos sujetos enferman a causa de tan loables aspiraciones cuando las fijaciones anteriores de su libido son suficientemente fuertes para oponerse a un desplazamiento, actuando de nuevo aquí con carácter decisivo la disposición constitucional y las experiencias infantiles” (Sigmund Freud Sobre las causas ocasionales de las neurosis, 1912. OC, Ensayo LXVIII).
Como el Inconsciente, el Capital, la Sexualidad y la Biología están involucradas en el tema que nos ocupa, además de la película de Fernando León “Princesas” sería positivo un análisis objetivo de otros films como Torrente I-III (Santiago Segura); American Beauty; El escándalo de Larry Flynt (Milos Forman, 1996); Belle de Jour (Buñuel); Lolita (Kubrick 1962; Lyne 1996); La nostalgia del bolchevique; cuando no “El imperio de los sentidos” (Nagisa Oshima) o “La pianista”.... La mayor perversión sexual no es otra que negar la sexualidad no habiendo nada más contra-natura que el celibato, de modo que los esforzados curas no pederastas y los puritanos de todas las castas y calañas son en realidad los sujetos más damnificados dentro de las configuraciones de la identidad sexual que se pueden llegar a dar:
No se resuelven en las indicaciones anteriores las aporías de la recurrente discusión entre abolicionismo y reglamentacionalismo de la prostitución, pero aspiramos haber podido aportar la sugerencia de adoptar una vía más compleja, completa y fructífera para el análisis del fenómeno que se discute que la socialmente más mediatizada. No es de recibo la instrumentalización política de la guerra entre los sexos ni habríamos de otorgar credibilidad a la dicotomía del neoconservador de la administración Bush Robert Kagan cuando dice que “EEUU es de Marte y Europa es de Venus”, aunque sólo sea porque la historia de Europa está llena de luchas cruentas por la libertad desde Espartaco y Viriato hasta Engels con un fusil en las barricadas, o aunque sólo sea porque en Venezuela, Irak y el País Vasco en nuestros días están dispuestos a defenderse.
La vía de reflexión que proponemos es la que pudiera empezar a cruzar la imbricación entre la economía libidinal y la economía capitalista de la mano de Marx y Freud. Así se entendería algo sobre la construcción de la Identidad Sexual que pudiera alejarnos del maniqueísmo vigente entre misoginia y misandria y acercarnos al estudio de las causas y efectos de la prostitución -tanto en la persona prostituyente como en la prostituida- sin vincular metáforas femeninas y masculinas (como la de “patriarcado”) (5) en oposición dialéctica de negro contra blanco al razonamiento de la cuestión. De nada sirve demonizar a ningún género cualificando al Capital de forma de producción masculina y al Comunismo de forma de producción femenina. Y si se insiste en plantearlo de ese modo entonces habremos de declarar que, no obstante todo lo antedicho, a la izquierda Rosa de Bambi se opondrá siempre la izquierda Roja de Marx; la única que, al final, se fajará contra los marines del Imperio en el cruento campo de batalla.
Proponemos una Nueva Tesis
El mundo De lo Humano esta Falleciendo : el mundo sistemico le acorrala hasta hostigarlo y perseguirle en su ambito propio, matando su ambicion de vivir en libertad , es nuestro deber propugnar como defensores del mundo social humanista por una ferrea ofensiva para contraarrestar las embestidas furiosas que este villano parasitario nos inflinge.
Dos sistemas ,una sola salida , nuestro deber estar de un lado ,el de la Vida ,puesto que el otro nos conduce irremediablemente hacia la muerte no solo fisica sino mental , sentimental y emocionalmente .
Adelante estudiantes de Derecho Penal la Utopia se avizora , el anochecer fenece y despunta ya el alba de las grandes alamedas donde transitara el hombre libre y humanista que soñamos desde ahora .
Dos sistemas ,una sola salida , nuestro deber estar de un lado ,el de la Vida ,puesto que el otro nos conduce irremediablemente hacia la muerte no solo fisica sino mental , sentimental y emocionalmente .
Adelante estudiantes de Derecho Penal la Utopia se avizora , el anochecer fenece y despunta ya el alba de las grandes alamedas donde transitara el hombre libre y humanista que soñamos desde ahora .