viernes, 14 de septiembre de 2007

Etica Y Derecho Contra la Guerra


Luigi Ferrajoli: ética y derecho contra la guerra
"¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos?" -Santiago 4:1, Nueva versión internacional
Erasmo de Rotterdam (1446-1536) escribió un opúsculo en 1515 titulado Dulce bellum inexpertis (la guerra es dulce para quien no tiene experiencia en ella). En él, describe los males de la guerra, y afirma que no hay fiera alguna que no sea más perjudical para el hombre que el hombre mismo.
Entre los años 1820-1823, el pintor español Francisco de Goya pintó el cuadro 'Duelo a garrotazos,' para ilustrar el horror de la guerra fraticida y la vertiente más violenta del ser humano. En él puede apreciarse a dos hombres hundidos en un cenagal hasta la rodilla y en un enfrentamiento a muerte. Es una poderosa imagen ilustrativa de lo que ha sido una constante en la historia humana. Podría haber sido un terrible colofón lo sucedido en el siglo XX: 80 millones de muertos en dos guerras mundiales. Pero hasta el día de hoy, la guerra sigue usándose como método para redimir diferencias. Sigue siendo el fracaso moral del ser humano. Como dice la letra de una vieja canción relacionada con la Guerra Civil Española (1936-1939), "hubo en España una guerra, que como todas las guerras, la ganara quien la ganara, la perdieron los poetas."
Pero además hay otro aspecto preocupante en las guerras que se han producido en las últimas décadas: el número de civiles muertos. En el primer conflicto mundial, las víctimas civiles fueron el 15 por ciento del total de los fallecidos; en el segundo conflicto mundial, las víctimas civiles ascendieron al 65 por ciento del total; en las últimas décadas, en el conjunto de todos los conflictos internos o internacionales, las víctimas civiles han superado el noventa por ciento. No es de extrañar que alguien haya dicho que a eso no se le puede llamar 'guerra' sino simple terrorismo.
Prohibición de la guerraSin embargo, hay que recordar que la guerra está legalmente prohibida desde la "Constitución Global" que resultó de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, por los Pactos de 1966 y por la propia Carta fundacional de las Naciones Unidas. Por tanto, el recurso a la guerra como sanción constituye un contrasentido desde el punto de vista moral como desde el punto de vista jurídico. Esa es precisamente la posición de uno de los pocos intelectuales que más han denunciado hoy día la incongruencia existente entre la guerra, el derecho y la moral: Luigi Ferrajoli.
Luigi Ferrajoli es catedrático de Teoría del Derecho en la Universidad de Roma. Ha escrito varios libros sobre Derecho y libertades y sobre la necesidad de que los derechos y garantías de cualquier sistema jurídico signifiquen la protección de los más débiles. Uno de sus últimos libros es “Razones jurídicas del pacifismo” (Trotta, Madrid, 2005). Como intelectual sensible, manifiesta en él estar absolutamente escandalizado por el uso de la guerra para solventar conflictos entre los humanos, y apela a la necesidad de que sea solo el derecho la ÚNICA herramienta que pueda usarse para lograr paz y justicia en un mundo plural. Según él, el uso de la guerra es una contradicción con el derecho internacional de derechos humanos y con el espíritu constitucional de derechos elaborados tras la segunda guerra mundial. Por tanto, las guerras de Yugoslavia, Afganistán, Colombia o Irak, no solo son ilegítimas moralmente sino ilegales desde el punto de vista del derecho internacional. El pacifismo de Ferrajoli preconiza una nueva «esfera pública global» y un constitucionalismo genuinamente mundial orientado a la tutela de los más débiles.
En su libro antes citado, “Razones jurídicas del pacifismo”, Ferrajoli escribe:
"La guerra entre Estados, precisamente por sus intrínsecas características destructivas, no admite justificaciones morales y políticas. Es de por sí un mal absoluto... Occidente ha justificado siempre sus guerras -sus cruzadas, sus conquistas y sus colonizaciones- en nombre de sus propios valores: primero como una misión de evangelización, mas tarde como una visión de civilización. Pero esta vez la contradicción es bastante más evidente. Ante todo porque el nuevo fundamentalismo apela, precisamente, a los derechos -que por su naturaleza excluyen la guerra y exigen la mediación jurídica- amenazando así con desacreditarlos con el último engaño de occidente." Pág. 45.
Y en el libro No en mi nombre (Trotta, 2003), Ferrajoli escribe:
"No podemos permitirnos el lujo de ser pesimistas y de declarar la bancarrota del derecho internacional, pues el derecho internacional -la ONU- sigue siendo la única alternativa racional a un futuro de guerras, de terrorismo, de violaciones masivas de los derechos humanos.. Normalmente son los pacifistas quienes son acusados de utopismo o de idealismo en contraposición a las duras, desagradables y sin embargo "realistas" posiciones de quienes, con grados distintos de adhesión, consideran inevitable, y por ello mismo no condenable apriorísticamente, la guerra. La tesis que pretendo sostener es que, por el contrario, no hay nada más irrealista, aparte de irracional, que la perspectiva de un gobierno del mundo confiado a la guerra; y que, viceversa, la única hipótesis realista de salvaguardia no solo de la paz y de los derechos humanos sino también de nuestra seguridad y de nuestras democracias es un nuevo e incondicionado repudio de la guerra y la instauración de garantías eficaces para ello...
La guerra es, por su propia naturaleza, un uso de la fuerza desmesurado e incontrolado, encaminado a aniquilar al adversario y destinado inevitablemente a golpear también a la población civil. El empleo legítimo de la fuerza es, por el contrario, sólo el estrictamente necesario para mantener y restablecer la paz y la seguridad internacional y, precisamente por ello, para garantizar estos vínculos y estas finalidades, sometido a la constante dirección del Consejo de Seguridad... la guerra ha sido prohibida por el derecho. Pero también es verdad lo contrario. La guerra ha sido prohibida porque se ha hecho inaceptable moralmente." Págs. 214-215. Muy a menudo la violencia de la guerra viene como resultado de ideologías nocivas, sean éstas políticas o religiosas. El nacionalismo, por ejemplo, ha sido causa de graves conflictos entre los pueblos, así como el fundamentalismo religioso. Enaltecer a una nación, a una raza, a una religión o a una clase social sobre otra, suele a menudo atentar contra derechos humanos básicos. Si alguien desde una posición secular, como es el caso de Ferrajoli, es capaz de mantener un espíritu tan sensible en defensa del hombre, ¿no debería esperarse lo mismo y todavía más desde una perspectiva ético religiosa? ¿No dijo Jesús de Nazaret, por ejemplo, que se debería 'guardar la espada, porque todo el que usa la espada perecerá por ella'? ¿No dice el Islam también que 'quien mata a un hombre, mata a toda la humanidad'? ¿No debería grabarse en el corazón como sentir enérgico y vital el espíritu de Isaías 4:2 "Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra"?
Entendiendo cuán importante es una educación por la paz, la Declaración del Parlamento de las Religiones del Mundo (Chicago, 1993) decía en parte:
"Ciertamente, allá donde haya humanos habrá siempre conflictos. Pero, como principio, tales conflictos deberían solventarse sin recurso a la violencia y en el marco de un ordenamiento jurídico. Esto vale tanto para los individuos y los Estados. A los dirigentes políticos se les exige más que a ningún otro que se atengan al orden jurídico y se empeñen en lograr soluciones pacíficas, en lo posible no violentas, en el marco de un ordenamiento de paz internacional, que a su vez precisa ser salvaguardado y defendido frente a los violentos. La carrera de armamentos es un camino equivocado; el desarme, un imperativo del momento presente. Que nadie se engañe: ¡No es posible la supervivencia de la humanidad sin una paz mundial!
"Por eso los jóvenes deberían aprender ya en la familia y en la escuela que la fuerza nunca puede ser medio de confrontación con los demás. Solo así puede establecerse una cultura de la no-violencia." Educar en la paz; esa es la clave. Algo que podría transformar las mentalidades y producir una 'revolución pacífica' en toda persona. Y como Mahatma Gandi tener la plena convicción de que 'no hay caminos para la paz; la paz es el camino.'
"Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios." -Evangelio de Mateo 5:9, Nueva Versión Internacional

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Proponemos una Nueva Tesis

El mundo De lo Humano esta Falleciendo : el mundo sistemico le acorrala hasta hostigarlo y perseguirle en su ambito propio, matando su ambicion de vivir en libertad , es nuestro deber propugnar como defensores del mundo social humanista por una ferrea ofensiva para contraarrestar las embestidas furiosas que este villano parasitario nos inflinge.
Dos sistemas ,una sola salida , nuestro deber estar de un lado ,el de la Vida ,puesto que el otro nos conduce irremediablemente hacia la muerte no solo fisica sino mental , sentimental y emocionalmente .
Adelante estudiantes de Derecho Penal la Utopia se avizora , el anochecer fenece y despunta ya el alba de las grandes alamedas donde transitara el hombre libre y humanista que soñamos desde ahora .